De como existe una gastronomía local en el Valle de Mezquital, y los cambios que con el progreso se avecinan.


El cambio de estaciones representa para todas las culturas un cambio en sus hábitos de consumo. Y todo porque las condiciones medioambientales que dan lugar a su alimentación tradicional, también cambian. Dependiendo la latitud y la altitud, el cambio de primavera a invierno trae consigo escasez de productos agrícolas, por lo que la caza y la recolección siguen siendo para muchas personas, una realidad de su vida diaria y de su historia cultural.

El invierno representa la crisis y los peores momentos en la historia de las sociedades, representa la larga noche y la muerte de la Tierra. El frío lo congela todo, pero dentro de la Tierra las raíces de árboles y plantas siguen vivas; los animales en ella refugiados se mantienen calientes en sus madrigueras, cuidando de sus crías.

En Mesoamérica este binomio de opuestos estacionales dividió el año en dos mitades, una fría y otra cálida, una de secas y otra de lluvias, diurna y otra nocturna. Estos opuestos medioambientales dieron continuidad y cotidianidad a sus creencias y por lo tanto a sus prácticas vitales, pues el concepto de dualidad está ampliamente arraigado en sus sistemas de creencias. Cultivar durante lluvias, cosechar y almacenar durante secas les sirvió para establecer sus rituales y crear una cosmovisión que sigue vigente pero diferente hasta el día de hoy.

Region_Mesoamerica

En Hidalgo, la Alimentación entre los hñahñu del Valle del Mezquital ha sufrido una serie de modificaciones, incorporaciones y perdidas de productos, por cambios en las maneras de obtener y procesar los alimentos. En una región árida como la del Mezquital, donde los alimentos son difíciles de conseguir debido a la infertilidad de sus tierras, el optimizar los recursos existentes es de suma importancia. Las cosechas son escasas, sobre todo en la zona de temporal; los animales para la caza prácticamente han desaparecido, aunque para la gente aquí todo lo que nada, corre o vuela va a la cazuela. Los alimentos tradicionales de la regional se basan en el maíz, el pulque, el nopal y el frijol. En general, la dieta doméstica se compone, además, de verduras cosechadas en huertos o compradas en el mercado, y si la situación lo permite, de un poco de carne sobre todo si hay es posible criar animales de traspatio.

El maguey se utiliza integralmente como alimento y, en menor medida, para la construcción de casas. El pulque y la flor de maguey son dos de los productos que todavía se consumen de forma cotidiana. En las regiones donde hay escasez de agua, es decir, en las comunidades más alejadas de la ciudad de Ixmiquilpan, donde la infraestructura carretera y de transporte es incipiente, el pulque es una fuente importante de líquido y nutrientes. Hasta hace relativamente poco, era la bebida por excelencia en las fiestas, pero en la actualidad ha sido sustituida por la cerveza y el refresco. No obstante, en ciertas festividades tradicionales aún conserva su estatus de bebida festiva, como en la fiesta del Señor de Jalpan y de San Nicolás, donde las comunidades ofrecen charape —pulque curado—, a los invitados. En ambas fiestas el charape es ofrecido por los mayordomos entrantes.

Otro producto que hasta la fecha utilizan y forma parte de su alimentación es la flor del maguey o gualumbo, la cual comen en tortitas capeadas con huevo. Entre la flora que acostumbran consumir están los frutos del garambullo, la tuna y sobre todo el nopal y su flor, por ser un alimento utilizado para elaborar diferentes guisos. Por otra parte, el consumo de insectos hasta hace pocos años era común. En la actualidad ha disminuido, ya sea por la escasez de los mismos o bien por la introducción de alimentos de origen industrial y la consecuente pérdida del referente identitario. Los adultos testimonian sobre el consumo de insectos, y afirman que “son muy ricos, los jóvenes ya no quieren, les da asco, prefieren el pollo”. Dentro del inventario se encontraban los gusanos del mezquite (xä ́ue) que en época de Cuaresma se comen tiernos, se asan en el comal y se muelen en el molcajete con chile de árbol, que “le da muy buen sabor a la salsa”; los gusanos de maguey (thet ́ue), que se vuelven chicharra en la penca, por eso hay que comerlos tiernos; los chinicui- les (thenk ́ue) son los gusanos rojos que se encuentran en la raíz del maguey y se comen en salsa con calabazas; los escamoles (yuhi) también son un alimento de época de Cuaresma, de cada huevera se obtiene entre 1 y 1 1/2 cuartillos; con los gusanos de maíz (tsimanxa) se hace un tamal, se le pone cebolla, comino, se envuelve en la hoja de maíz y se pone en la lumbre; los gusanos de nopal (thet ́ue ra xät ́ä) también forman par- te del inventario alimentario de los hñ- ahñu. Entre la fauna, encontramos que el tlacuache (däzu) y el conejo de cerro son cocinados en chiliatole; el venado era consumido en la sierra, pero actualmente ha desaparecido.

A ese presente nos hemos atenido, al presente de las ausencias y las extinciones. Al presente donde la modernidad nos ha arrancado el futuro.

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